Análisis
comparativo de la sociedad egipcia en los libros de Heródoto.
Por: Germán Camacho Jiménez.
En cuanto al presente trabajo, cabe señalar
que el acercamiento inicial con el tema se debe a cuestiones sociales muy
interesantes, siendo así que no se ha encontrado o elaborado un trabajo como
tal comparando la sociedad egipcia desde distintos puntos de vista, y tomando
como base el fundamental trabajo de Heródoto. En materia de comparación se han
revisado diversos libros que nos muestran una visión de la sociedad egipcia
mediante la cual se intenta hacer la comparación que es tema fundamental en
este escrito.
Otro punto que se debe
mencionar al respecto es que se toman como referencia a autores que no datan de
la época de Heródoto, pero que hablan de Egipto, su estructura y sociedad.
Antes de comenzar a escribir
sobre el tema al cual ya se ha hecho referencia, debemos comenzar por conocer
al autor quien será clave en el presente trabajo, es así que se comenzará por
hablar de Heródoto, el padre de la historia, dando algunas notas biográficas y
comentarios que hacen otros escritores cercanos a su tiempo en torno a él.
Heródoto.
Del autor se tienen diversas noticias, por
principio de cuentas, se sabe que nace en la ciudad de Halicarnaso, en la
provincia de Caria; siendo esta Doria y se encuentra en la costa sureste del
Asia Menor, frente a la isla de Cos.Nacido de una familia no
sobresaliente, es decir sin cargos públicos, políticos o relevancia alguna que
se conozca, se dice que: “Por el contexto de la narración se deduce que Heródoto,
«que no hacía genealogía de sí mismo», en ningún momento pretendió nobleza en
su linaje, no porque la despreciara, sino porque simplemente no la tenía”, aunado a este último
punto, también tenemos la coincidencia en las fuentes que: “[…] según las notas
biográficas del lexicógrafo Suidas, «Heródoto era hijo de Lyxes y Dryo, halicarnasence
de los distinguidos»”. Por ambas referencias es
que se confirma que el origen de nuestro autor no era noble y que son sus
padres, de alguna manera distinguidos aunque no en el sentido de provenir de un
linaje alto.
Siguiendo la línea del
origen del autor, se dice en el estudio realizado por O’Gorman: ” Más bien
parece que Heródoto era griego con mezcla de sangre caria, suposición que no le
sería en modo alguno injuriosa si nos atenemos a la opinión favorable con que
en diversas ocasiones se expresa el historiador al referirse a los carios”. Es difícil llegar a hacer
una afirmación de este tipo, ya que es demasiado subjetiva, si bien el
historiador parece no tener problemas al referirse a los carios, esto pudiera
deberse a un sinfín de razones de las cuales solo el mismo autor sabe y
cualquier tipo de opinión contraria, se estaría dejando llevar por la subjetividad
al menos eso pareciera.
En cuanto a su formación,
sabemos que guarda la tradición de Homero en la construcción de su obra, por
tanto, él llegó a escuchar las obras homéricas y de acuerdo con la siguiente
cita, influyó bastante en la manera de relatar de nuestro autor:
[…] el retórico y
crítico literario Dionisio de Halicarnaso en una epístola a Pomponio, donde
dice: «Heródoto sabía que todo relato de gran extensión fatiga el oído del
oyente si trata de un mismo asunto sin interrupción; pero, si se introducen
pausas espaciadas, afecta agradablemente el ánimo. Por eso se propuso darle
variedad a su obra imitando a Homero. Si tomamos su libro, lo admiramos hasta
la última sílaba, y siempre estamos deseosos de más».
Es claro que continúa con la
tradición de narrar en forma de cantos sus libros, ya que no solo es el estilo
más atractivo de la época, sino también por que es la manera más fácil de
lograr difundir su obra en lugares en donde es difícil el acceso a los libros
(que en la sociedad griega y a estas fechas, es así en casi todos los lugares).
Respecto a cómo fue vista su
obra, podemos prestarnos a la subjetividad al decir que generalmente era
aceptada en su tiempo, de no ser porque según O’Gorman, recibe el autor un
reconocimiento por parte de los atenienses en 445, debido a sus trabajos
históricos.
También se tienen
referencias que para futuros autores, Heródoto no fue un gran escritor, ni
mucho menos un gran historiador, o al menos así lo hacen ver algunos de los escritores
posteriores al llamado padre de la historia; como ejemplo podemos comenzar con
Tucídides quien en su obra Historia de la
guerra del Peloponeso, hace mención, a decir de los estudiosos de este autor, de la manera en que Heródoto cuenta sus historias:
Más el que quisiere examinar las
conjeturas que yo he traído, en lo que arriba he dicho, no podrá errar por modo
alguno. No dará crédito del todo a los poetas que, por sus ficciones, hacen las
cosas mas grandes de lo que son, ni a los historiadores que mezclan las poesías
en sus historias, y procuran antes decir cosas deleitables y apacibles a los
oídos del que escucha que verdaderas.
Es decir que, para algunos
de sus contemporáneos, tampoco nuestro autor es el gran historiador que se dice
ser, sin embargo, no podemos dejar de lado que Tucídides de acuerdo con algunos
puntos de vista, trata de ganar mayor validez en su trabajo de la que pudo
llegar a conseguir nuestro autor.
Ejemplo similar lo podemos
encontrar en el famoso autor Plutarco, quien incluso no se quedó solo en el
hablar de Heródoto, sino escribe todo un tratado en su contra, el cual se
encuentra incluido dentro de las obras de los Moralia y es llamado, Contra
la malevolencia de Heródoto, en el que hace una serie de acusaciones del
autor debido a su método, estilo, fuentes, etc.
Y es también, solo por
mencionar, el caso de Manetón, autor de quien se conservan solo fragmentos de
su obra Historia de Egipto, pero que
ya estando en manos de Flavio Josefo, pareciera que el padre de la historia es
solo un mentiroso en cuanto a los pasajes de sus historias se refiere.
En cuanto a la obra de Heródoto,
tenemos informes que: “El libro de Heródoto, tal como nos ha llegado, está
dividido en nueve libros que, de acuerdo con varios manuscritos, ostentan
numeración progresiva y, como título, los nombres de las musas.”, es así que la obra llega
hasta nuestras manos, independientemente de cual sea la edición o traducción
del texto: “Todas las ediciones modernas respetan esas características, aunque
reconociendo que no son originales, sino la obra de un editor antiguo,
probablemente de la época alejandrina.”, si algo es seguro es la
división de la obra en nueve libros y que gracias a las copias que se
encontraron de los textos, es que hoy día ha podido llegar a nuestras manos.
Tratando el asunto del que
habla nuestro autor en su texto, podemos decir que son diversos, debido a que
su escrito está fundamentado en los lugares que visita y los pueblos que en
ellos se encuentran. Siendo así que de entre sus viajes, menciona a los:
griegos, peloponesios o lacedemonios, corintios, atenienses, delfios,
macedonios, escythas, delios, milesios, lidios, medos, persas, chipriotas, fenicios,
árabes, argivos, etíopes, libios, sibaritas y crotoniatas, cartagineses y
siracusanos y por último a los egipcios. Dentro de la temática de
nuestro autor; Ramírez Trejo señala que: “Por encima de todo le interesa el
hombre en su persona, su actividad, sus costumbres, sus medios de vida, su
lengua, su vestido, sus dioses, sus países.”
Es evidente que a nuestro
autor le interesa mucho más la vida pública que hacer biografía entera de algún
personaje sobresaliente, ya que de ser esto inverso no se hubiera tomado la
molestia de viajar a los lugares que dice que viajó.
Tratándose del género, se
hace pensar que su obra la elabora con fines de conocimiento, intimando en los
demás pueblos, sus costumbres, las semejanzas y diferencias, la manera en que
viven o la manera en que le dicen que viven, etc. Es una especie, de estudio
geográfico-antropológico de distintas regiones, mismas que a las personas a las
que les relata su o sus historias, les llaman la atención por ser lugares
enigmáticos y exóticos; o simplemente por escuchar lo que Heródoto va a contar.
Heródoto
y Egipto.
Ya entrando en el tema que respecta a este
pequeño trabajo, comenzaremos por definir, la situación geográfica que Heródoto
en sus viajes toca al llegar al territorio de Egipto, “[…] si adoptamos la
opinión corriente entre los griegos, diremos que todo Egipto, empezando desde
las cataratas y de la ciudad de Elefantina, se divide en dos partes y lleva
ambos nombres: una parte pertenece a la Libia y otra al Asia”. Con esto se considera la
extensión que nuestro autor tratará de explorar y en la cual se dedicará a
indagar los temas que le interesan para así poder elaborar sus historias.
Antes de comenzar a
describir a la sociedad egipcia, de la cual el padre de la historia cuenta
bastantes y tan diversas cuestiones, se trata de exponer lo que a su parecer es
el origen de dichos seres humanos: “La base de la población egipcia parece
haber sido constituida por una raza camítica, a la cual pertenecen también los
galas y somalíes, que se radicaron al sudeste de Egipto, y los bérberes de
Libia”, según Drioton y Vander,
esta raza tuvo una serie de combinaciones con las culturas autóctonas de la
región y desembocó en el egipcio que incluso hoy en día se puede distinguir
debido a rasgos característicos y muy distintivos de éstos
Ya marca con distinguida
naturalidad que los egipcios son, de alguna manera, la raza más antigua que
habita en aquellas regiones y que es de ésta, de quien aprenden las otras razas
que comparten la situación geográfica, por ejemplo: “Y una vez establecidos
entre los etíopes, fueron humanizándose éstos por aprehender las costumbres
egipcias.”
es de comprenderse que a Egipto se le tome como una cultura ancestral por parte
de los griegos, debido a todos los adelantos tecnológicos que éstos tenían e
incluso las pirámides parecen haber sorprendido a más de uno , cosa que
Heródoto aprovecha bien para poder ser escuchado o bien, leído entre los suyos.
Cuando el autor de Las historias, comienza a describir a
Egipto es incuestionable que se siente admirado por el lugar: “Paso a hablar
del Egipto con detenimiento, pues comparado con cualquier otro país, es el que
más maravillas tiene y el que más obras presenta superiores a todo
encarecimiento”,
en esta descripción a nuestro parecer, es en la que el escritor hace mayor
referencia en cuanto a sus usos, costumbres, ritos y semejanzas entre culturas,
quizás porque le intrigaba, y no solo a él, el saber más de esta cultura que se
encontraba un tanto alejada de su ahora hogar, Grecia.
Y respecto a éste último
punto, tomaremos el comentario de Jacques Lacarriere, el cual se considera bastante
acertado:
Jamás su
natural curiosidad quedó sometida una tan maravillosa prueba. No se contenta
con mirar, pasearse, tomar nota de los detalles de la vida cotidiana; pregunta,
inquiere, acopia datos acerca de todos los temas y especialmente, sobre aquello
que tanto debía impresionar a los visitantes: los ritos, los templos, los
sacerdotes, en suma, la vida religiosa.
Es evidente que Heródoto
nunca perdió de vista el estar haciendo una o varias historias, para un público
determinado, por el contrario, la perspectiva de llamar la atención de los
espectadores, pareciera que es una constante en todo su trabajo.
El mismo Heródoto, nos habla
de la división de clases sociales que existe en Egipto al tiempo en que lo
visita: “Hay siete clases de egipcios de las cuales una se llama la de los
sacerdotes, otra de los guerreros, otra la de los boyeros, otra la de
porquerizos, otra la de mercaderes, otra la de intérpretes y otra la de
pilotos”,
cabe mencionar que en esta división de estratos sociales, el autor está dejando
fuera la figura dominante que sería hasta un cierto punto, la cumbre de la
pirámide social; con esto me refiero a la clase faraónica o mejor dicho, al
faraón y a su familia directa, ya que se consideraba sagrado y por tanto una
variedad totalmente diferente dentro de la sociedad egipcia.
Pasemos ahora a tratar de
describir cada una de estas clases o estratos sociales.
Los
Sacerdotes.
Primero los sacerdotes, de los cuales
Heródoto nos habla bastante ya que parece sorprenderle la gran devoción que
estos presentan ante los ritos religiosos; y tenemos que:
Los sacerdotes se rapan
todo el cuerpo día por medio, para que ni piojo ni otra sabandija alguna se
encuentre en ellos al tiempo de sus servicios divinos. Llevan los sacerdotes
solamente vestido de lino y calzado de papiro, y no le está permitido ponerse
otro vestido ni otro calzado. Se lavan con agua fría, dos veces al día y dos
veces a la noche, y cumplen otras prácticas religiosas en número infinito por
así decirlo
Con esto, nuestro autor nos
está dando valiosa información en torno a las costumbres del dicho estrato
social, en primer lugar, nos hace percibir que en efecto, tuvo contacto con
sacerdotes y que posiblemente le contaran del trabajo que dichos personajes
realizaban, dando cuenta de la extrema limpieza que era requerida para los
cultos sagrados, esto es importante ya que demuestra que la ablución es
fundamental como símbolo de pureza, una persona sucia no puede ser digno de
rendir culto a los dioses, e incluso, se hace pensar que podía tomarse como
ejemplo de vida para el resto de la población, digamos que servían de modelo
para fomentar la limpieza en los ciudadanos y así, evitar enfermedades, es
decir, eran el ejemplo de sanidad.
Continúa Heródoto hablando
de los ya mencionados personajes, diciendo que:
Disfrutan en cambio de
no pocas ventajas, pues no gastan ni consumen nada de su propia hacienda; se les cuecen panes
sagrados y a cada cual le toca por día gran cantidad de carne de buey y de ganso; también se les da vino
de uva; pero no les está permitido comer pescado. Los egipcios no siembran en
absoluto habas en sus campos, y las que hubieran crecido, ni las mascan ni las
comen cocidas, y los sacerdotes no toleran verlas, teniéndolas por legumbres
impuras. No hay un solo sacerdote para cada uno de los dioses, sino muchos, uno
de los cuales es sumo sacerdote; cuando alguno muere, su hijo le reemplaza.
Es de esta manera que
Heródoto nos está no solo relatando los usos y costumbres de los sacerdotes
egipcios, sino que su descripción va más allá, comentando incluso lo que se
debe o no se debe comer. Y es razón de este punto, el comentar que, según
Lacarriere los egipcios no comían habas por que: “La razón exacta es, por otra
parte extraña: ellos veían en el haba una reproducción abortada de la forma
humana, una especie de feto vegetal. Dejando un haba fermentar algunos días al
sol, debajo de una marmita, se hinchaba, germinaba y tomaba la apariencia, por
lo menos según los seguidores de Pitágoras de un niño en miniatura.”, con lo cual de ser cierto
este último punto, se confirmaría la visión de Heródoto en torno a lo
supersticiosos que son los egipcios de esta época, o bien podría entenderse
como un caso de extrema religiosidad al tomar como el principio fundamental del
respeto a los dioses, el culto a la vida misma y el respeto por la muerte
humana.
Otro punto destacable para
esta denominación social que nos marca el autor, es que en Egipto, a diferencia
de otros pueblos, entre ellos el griego, los sacerdotes son varones y en las
otras regiones la mayoría de las personas que dedican veneración y culto a los
dioses, son mujeres.
Los
Guerreros.
Toquemos ahora, el caso de los guerreros, que
para fines prácticos podemos definir como soldados, es decir la milicia de
Egipto, de la cual se considera que es una parte importante para la historia de
cualquier pueblo o civilización.
Referente a esta franja social,
tenemos que: “El militar en cuanto tal, las virtudes militares en cuanto tales,
no forman parte del panorama oficial que el mundo egipcio transmite de sí
mismo.”, quizás el mundo egipcio
no toma con gran importancia el transmitir la historia de sus guerras ganadas o
perdidas, pero para fortuna de nosotros, son los extranjeros como Heródoto,
quienes nos hacen mayores referencias de la vida de los guerreros y de las
batallas con cierto grado de importancia. El autor de Halicarnaso, nos menciona
de los guerreros como punto principal, sus privilegios especiales: “Los
guerreros eran los únicos entre los egipcios, quitando los sacerdotes, que tenían
estos privilegios especiales: cada uno tenía reservadas doce auras de tierra,
libres de impuesto”Queda expuesto de manera
clara, que el servir a la defensa del territorio lleva una serie de privilegios
que hacen más fácil la carga de exponer la vida, probablemente se tenga en
consideración la idea de honor en este estrato social, cosa que no sería ajena
a la época.
De las fuentes más antiguas
en cuanto a la historia militar de Egipto, Margarita García Galán comenta que:
Los monumentos egipcios
más antiguos –es decir, las paletas protodinásticas- representan o aluden a una
actividad guerrera. El faraón victorioso aparece en la fachada de todos los
templos egipcios y las escenas de batalla son el tema de los grandes relieves
históricos del Imperio Nuevo.
Sin duda alguna, la figura del soldado o el guerrero
tanto en Egipto como en todos los pueblos del mundo entero, es indispensable,
desde el momento en que un grupo de personas tiene conflicto territorial con
otro grupo de personas, creando un problema que ya no se puede resolver
mediante convenios, pactos o demás; desde ese mismo instante, la figura de la
milicia o en este caso de los guerreros peleando por defender algo, se vuelve
indispensable para un pueblo.
Podríamos suponer de igual manera, que Heródoto, aunque
no describe ni menciona algún pasaje referente a las armas que utilizaban, o
las vestimentas o las formaciones militares, si nos hace mención de conflictos
bélicos e incluso nos refiere un poco en torno a lo que los egipcios pensaban
de sus guerreros: “No acostumbran tampoco los egipcios tributar ningún culto a
los héroes.”,
no parece ser necesario para la cultura egipcia, engrandecer a los héroes
cuando tienen una vida que dedicar al faraón, quien pareciera ser no solo la
imagen principal de esta civilización, sino, el hombre-dios, dueño de todo
elogio y admiración e incluso el único “humano” digno de rendir culto. Es
probable también que no se rindiera culto a los guerreros por el carácter
hereditario en cada una de estas esferas sociales.
Por último, se hace pertinente señalar:
Es indicado pensar que
los problemas organizativos planteados por el empleo de masas de mano de obra
tan numerosas y cuya actividad debía coordinarse, habrán obligado en esta época
a los egipcios en condiciones de constituir complejos disciplinados, a
organizar su supervivencia y a especificar sus funciones. En otras palabras, a
sentar las premisas que serán características de los ejércitos egipcios, es
decir, la minuciosa atención puesta en los aspectos logísticos.
Dando por entendido que el guerrero, no
es solo la figura bélica, es también una parte fundamental para la
construcción, para el control y evidentemente para el orden social; tiene, al
menos en Egipto, el carácter de una especie de policía moderna (guardando las
debidas distancias) que al encargarse de guardar las leyes se transforma en
algo más que un soldado, es ahora una figura de autoridad.
Los
Boyeros.
Es turno ahora de describir un poco el trabajo y la
importancia de los boyeros, quienes al encargarse del cuidado de uno de los
animales más importantes y con una tremenda connotación religiosa; debieron ser
parte primordial en la escala social egipcia.
De acuerdo al texto de Heródoto, es el
boyero el intermediario directo entre el sacerdote y el mercader, sin embargo,
no solo se dedica a llevar a las reces de aquí para allá, sino también se debe
de haber dedicado al criadero de ganado, por decirlo así, sería el ahora
pastor, en el sentido de conducir al ganado.
En torno al por qué es importante la
labor del boyero, se puede deducir mediante la divinidad que veneran y a la
cual se le ha relacionado con el buey: “La imagen de Isis es una mujer con
astas de buey, tal como los griegos pintan a Ío; y los egipcios todos a una
veneran a las vacas muchísimo más que a todas las bestias de ganado.”, por tanto es innegable que el trabajo de conducir al
ganado es importante, son como los representantes más indignos de Isis.
Por otro lado, al hacer referencia en que
son los mediadores entre el sacerdote y el mercader, también es fácilmente de
deducir, por palabras del mismo autor:
Piensan
los egipcios que los toros pertenecen a Épafo, y por este motivo los examinan
así: si le encuentran aunque sea un solo pelo negro, ya no le tienen por puro.
Hace la búsqueda uno de los sacerdotes
encargados de ello, estando la res ya en pie, ya boca arriba; le hace sacar la
lengua […] Si está puro de todas esas señales, lo marca enroscándole en las
astas un papiro, y pegándole luego cierta tierra a manera de lacre, en la que
imprime su sello; y así lo llevan. Quien sacrifica a una víctima no marcada
tiene pena de muerte.
Evidentemente, no se pueden comer, ni
matar a todas las reces que tienen en el ganado, por ende, se deduce que todas
estas criaturas deben tener cierta utilidad, siendo así que se deben vender a
los mercaderes extranjeros. Y de igual manera es nuestro autor principal quien
nos acerca a esta hipótesis: “Desuellan el cuerpo de la res y cargando de
maldiciones la cabeza, se la llevan; donde hay mercado y mercaderes griegos
establecidos, la llevan al mercado y la venden […]”, si es esto lo que se
hace con las cabezas de los toros marcados, imaginemos solo lo que se hace con
las reces vivas.
Los
Porquerizos.
En cuanto a la clase que Heródoto nombra porquerizos, no
solo nos indica que el animal es impuro, sino que de todos los estratos
sociales, estos parecen llevarse la peor de las partes:
Los
egipcios miran al puerco como animal impuro; por eso, si al pasar alguien rosa
un puerco, va a bañarse al rio con sus vestidos, y por eso los porquerizos,
aunque son naturales del país, son los únicos entre todos en no entrar a ningún
templo, y nadie quiere darles en matrimonio sus hijas ni tomar las de ellos,
viéndose obligados a casarse entre sí
En este caso, iremos por partes; primero del por qué se
le considera impuro al puerco, de esto, tenemos que: “[…] si el puerco, en el
antiguo Egipto, era tratado con semejante desprecio, es que jugó un papel muy
antipático en la leyenda de Osiris.”; recordemos que según el
mismo Heródoto, son los egipcios de entre las culturas que él dice haber
visitado, los más supersticiosos que conoce, por lo que no sería tan
sorprendente (y siendo crédulos a las palabras de nuestro autor) que esto tenga
un cierto grado de verdad.
Así pues la leyenda de Osiris nos relata que:
Osiris, dios de la
vegetación, convertido después en un dios de los muertos fue asesinado por su
hermano Seth. Pero la diosa Isis, esposa de Osiris, logró hurtar sutilmente su
cadáver y esconderlo.
Seth partió entonces en
su búsqueda con la intención de mutilarlo y cortarlo en pedazos. Y fue un
puerco (un cerdo negro, más exactamente) que descubrió el lugar donde yacía el
cadáver y se lo señaló a Seth. A partir de ese día, los egipcios lo execraron.
Con certeza no sabemos cual pueda ser la cusa de
semejante exclusión del puerco de la cultura egipcia, sin embargo, es una
cuestión común entre diversas civilizaciones que el cerdo se vea inmiscuido en
cuestiones impuras, probablemente se deba a la gran cantidad de enfermedades
que su carne produce, o bien al aspecto de este.
Lo más increíble, al parecer, es el alejamiento que la
sociedad hace a los porquerizos, siendo que estos hacen la labor “maldita” de
criar al ganado y de realizar labores que nadie quiere, pero que a todos les
resulta útil: “La tarde de la fiesta de Dionisio, cada cual mata a en honor a
Dionisio un cerdo en la puerta de su casa y lo entrega al mismo porquerizo a quien
lo compró para que se lo lleve.”, se hace considerable
pensar que es un acto de simbolismo el asesinar al dicho animal, ya que esta
sociedad no tolera al puerco.
El Mercader.
Hablemos
ahora de la clase social más común entre los pueblos antiguos, está radica su
importancia no solo a nivel económico, sino cultural y es debido a la relación
entre personas de esta labor, que se lograron incluso conocer diversas
culturas; esta clase es la del mercader.
El mercader, por lo regular se mantiene en una escala
socioeconómica de nivel medio, son ellos quienes tienen el primer contacto con
las otras culturas, debido a la cantidad de lugares que deben visitar para
vender sus mercancías.
En el libro de Drioton-Vander, se establece que:
[…] demostró que los derechos de aduana
eran percibidos en las fronteras, en Asuán (el jefe de ese servicio se llamaba
el “encargado.de la puerta de los países extranjeros
meridionales”), en Saft el Hennah (el jefe de ese servicio se llamaba
“encargado de la puerta de los países extranjeros septentrionales) y,
probablemente, en Sais (el jefe de ese servicio se llamaba “encargado de la
puerta de los países extranjeros de la Gran Verde”, es decir del Mediterráneo).
Esos servicios, por lo
menos en Sais, fueron desorganizados, al parecer […]
Mediante el vendedor, es que Egipto logra encontrar y
utilizar las rutas comerciales e incluso se llega a mencionar en las fuentes el
intento de crear un canal que comunique el rio Nilo con el Mar Rojo, sin
embargo, al parecer esto no significa de ninguna manera que existiera un
control bien definido en cuanto a las funciones de los encargados de regular el
comercio, mismas que sin duda alguna marcan un conocimiento amplio en sistemas productivos.
Para Heródoto no parece ser importante la actividad de
los mercaderes ya que no hace menciones concretas de ésta esfera social, sin
embargo, nos notifica en cuanto al uso de barcos de carga, con lo cual se puede
suponer que se trasladaban bastantes mercancías de un punto a otro.
Las barcas de carga se
fabrican allí de madera de acacia, cuyo aspecto es muy semejante al loto de
Cirene […] Tienen muchas barcas de éstas, y algunas cargan muchos miles de
talentos.
Se hace claro e interesante notar, que la civilización
egipcia, mantiene relaciones comerciales por medio del mar y por vía terrestre,
y es sorprendente debido a que nos da un territorio con enorme extensión que
los mercaderes conocían para comerciar.
De igual manera, el padre de la historia, nos señala la
existencia de mercados y que estos no debían estar tan alejados de los lugares
en donde se lleva a cabo el rito de Épafo.
Desuellan el cuerpo de
la res y cargando de maldiciones la cabeza, se la llevan; donde hay mercado y
mercaderes griegos establecidos, la llevan al mercado y la venden; allí donde
no hay griegos, la arrojan al río.
Es incuestionable que el autor conocía la manera de
transportar mercancías y cómo funcionaban los mercaderes siendo esta la razón
más probable, que decidiera omitir por obviedad, algo de lo que el común de la
población estaba al tanto.
Los Intérpretes.
Ahora
bien, al hablar de los intérpretes, Heródoto nos da muchos datos mediante los
cuales se puede tener una idea clara de cómo subsiste esta clasificación; y es
cuando relata cuestiones de Psamético que explica: “Confíoles, asimismo,
ciertos niños egipcios para que les instruyeran en la lengua griega; de éstos,
que aprendieron la lengua, descienden los intérpretes que hay ahora en Egipto.” Se nos muestra claramente
que desde pequeños se educan en los lenguajes vecinos, el motivo, se puede
suponer en una creciente necesidad de comunicarse para diversos factores, tales
como el comercio, la diplomacia e incluso intercambio cultural, es así que
Lacarriere comenta al respecto: “[…] los que Heródoto debe de haber frecuentado
sobre todo han de haber sido los egipcios «encargados» de acoger y acompañar a
los extranjeros: guías, escribas, sacerdotes y burreros, manifiestamente, a
juzgar por el carácter popular de numerosos relatos.” Opinión, cabe aclarar,
con la que se concuerda en este trabajo, debido a la manera de relatar del
propio autor, la cual en algunas circunstancias, pareciera que le cuentan cosas
fantasiosas o de ficción o simplemente muy difícil de de creer en sus relatos.
Es gracias a los mismos intérpretes que al parecer,
Heródoto puede no solo obtener la información necesaria para su trabajo, sino
conocer más las costumbres de las personas, adentrarse en la convivencia del
día a día de este pueblo, encontrar similitudes en historias griegas e incluso obtener
información de la vida cotidiana, como cuando se refiere a la manera de
convivir de los egipcios con los animales.
Es bajo las consideraciones del presente texto que se
puede entender que los intérpretes se deben en buena medida a la mezcla y
contacto que ha tenido Egipto con tantos y tan diversos pueblos a lo largo de
su historia y a la necesidad política de tener personas como traductores, ya
que de otra manera hubiese sido imposible comunicarse con los súbditos y de
igual forma poder dar a conocer las reglas, costumbres, leyes e inclusive el
comercio para las cuestiones básicas como comprar alimento.
Es debido a que el carácter de este estrato social, que
según Lacarriere, las historias de Heródoto se encuentran salpicadas de relatos
con un marcado origen popular.
El Piloto.
En cuanto a la clase denominada como pilotos,
encontramos que Heródoto escribe:
κυβερνήτης, lo cual en español
significa, piloto o timonel, en el sentido, creo yo,
de la persona encargada de llevar el mando de la embarcación. Es éste sentido el que todos los traductores de Los nueve libros de la historia toman en consideración cuando se
traduce al español el texto griego.
Es así que encontramos entre
diversos autores al trabajo del piloto, ya que Heródoto solo lo menciona más no
hace referencia a lo que se dedica o a la importancia en la sociedad egipcia, o
cualquier otra sociedad; es probable que en su tiempo fuera tan común esto que
él decidiera omitirlo.Se entiende que la sociedad
egipcia a este tiempo que se nos relata, su actividad comercial más importante
es el comercio, no son muy dados a hacer guerra y prácticas como la artesanía,
pesca, agricultura, etc. No serían nada sin la compraventa, misma que se
realiza por vía marítima primordialmente, es por ello que se cree muy
importante la práctica del piloto, sin embargo no se cuenta con el testimonio
del mismo autor para poder decir con certeza a qué se refería al denominarla
como un estrato social, dejando de fuera a otros como los pescadores y los
mismos agricultores.De acuerdo al tiempo en que
Heródoto escribe, se consideraría también muy probable que dé importancia a los
pilotos, por la tradición homérica y lo importante que fueron las naves en los
relatos de Homero.Ya tomando en cuenta las llamadas
clases que Heródoto menciona en su relato, se hace notar que a lo largo de su
escrito, hace mención de otra clase social, la cual debe tenerse en cuenta como
fundamental y una de las más importantes en cuanto a aportaciones de Egipto y
es la clase de los médicos.Nuestro autor escribe: “Todo está
lleno de médicos: unos son médicos de los ojos, otros de la cabeza, otros de
los dientes, de las viseras del vientre, de las enfermedades ocultas.”
, por esta misma razón que el señala, que todo está lleno de médicos es que
podríamos considerarla como una clase social no explícita en su separación pero
si mencionada como una de las más especializadas en todo el territorio egipcio.
Recordemos que al tiempo en que se escriben Los nueve libros de Heródoto, ya se
conoce la medicina por Hipócrates, sin embargo, la innovación de Egipto
consiste en la manera tan especializada que el autor señala, en torno a la formación
médica, con lo cual pareciera que sus conocimientos fueron más allá de los
comunes utilizados en aquella época.
Conclusiones.
Teniendo en cuenta la demarcación social que hace
Heródoto es que podemos encontrar que los estratos mencionados, son comunes no
solo en Egipto, sino en buena parte de las civilizaciones antiguas, es decir,
se tienen ciertas clases separadas del resto del pueblo, como manera de
especialidad en ciertas cuestiones como el culto, sin embargo, lo que la hace
tan diferente a la Grecia que conoce nuestro autor, es quizás el carácter
hereditario y la imposibilidad de cambiar de oficio.Mediante este trabajo se trata de
demostrar que las clases que separa el autor efectivamente tuvieron lugar en el
Egipto que dice haber visitado, sin embargo se considera que ha dejado por
fuera muchas otras actividades con lo cual es imposible que solo sean estas las
únicas esferas sociales en Egipto, sin embargo es bastante difícil encontrar
con detenimiento descripciones de cada uno de los oficios de los que hoy en día
tenemos conocimiento.Por último, se hace evidente que
el tema se presta a reflexionar y a pasar bastante tiempo dedicado a la
investigación de las clases sociales; siendo Egipto un tema bastante conocido
hoy en día, es increíble que mantenga esa atracción que llama a investigar
temas de este tipo.
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